Cuaderno de bitácora, CMDR Niberobey
Año 3305. Día: Lo ignoro. Mes: Febrero
La nave escupió la cápsula de escape como quien esputa un diente ensangrentado en una pelea mirando a su rival con rabia e impotencia a partes iguales. Dentro de la cápsula, trataba de respirar despacio mientras que Mary, la piloto que tenía contratada como escolta de caza, garrapateaba con las manos en la profundidad del espacio, luchando por una bocanada de aire que no llegaba mientras trataba de agarrar su casco, a unos escasos dos palmos de su cabeza, con los ojos llenos de lágrimas congeladas y brillantes. Yo golpeaba gritando dentro mi cápsula, mientras la oía suplicarme. “No quiero morir” sollozó arrugando la barbilla antes de convulsionar y quedarse inerte. Grité y golpeé el cristal hasta que se rompió y la presión me succion, arrastrando cristales, sangre, sudor y a mi. Mi estómago dio varias vueltas, la cabeza parecía que iba a explotar, los oídos me pitaban, mis extremidades se movían, grité dando vueltas, viendo en el cadáver de Mary la visión de lo que me esperaba. La vista empezó a desenfocarse, el pitido en los oídos se hacía más fuerte.
- ¡¡¡¡Nooooooo!!!!
Me desperté sudando en la cama. Otra pesadilla. Ya hacía casi una semana y seguía sin poder dormir. El pitido era la alarma del despertador que acabó estampado contra la pared. Al lado de la marca que dejó el antiguo despertador.
No era el primer piloto de caza que moría a mis órdenes, pero Mary tenía algo. Su sonrisa grande iluminaba su tez oscura, y su voz suave pero grave hacían sus comentarios algo más jocosos de lo habitual. No era la primera piloto que empezaba como novato, y ascendía conmigo hasta morir en una batalla imposible, pero si la que más tiempo ha pasado a mis órdenes. Casi no necesitaba darle órdenes. Era un As. Mary Hawgell; D.E.P.
Había que volver al trabajo. No podía pasarme otra semana auto compadeciéndome por la número 13. Debía hacer algo productivo.
Tras revisar la tripulación disponible, me decidí por una novata que tenía experiencia con cargueros de minería. Si sabía manejar una nave grande entre asteroides y piratas, con un caza podría hacer maravillas.
- Davinia Walters. Bienvenida a bordo.
- Gracias Comandante. Gracias por la oportunidad. De verdad gra…
- Relájate, ¿quieres? No es para tanto. Eras la opción más barata. Bien, vamos a repasar las condiciones del contrato.
- Si. Joder. Es… Es mi primera oportunidad como tripulante. Estoy muy nerviosa.
- Pues toma – saqué la petaca y se la ofrecí – echa un trago.
Puso cara de asco al principio, pero sorprendida al final. Cuando el licor bajó por su garganta la ví relajada y preparada.
- Es Brandy Laviano – le dije -. Lo consigue mi mujer. Tiene sus contactos. Pero eso no es lo importante. Bien, piloto. ¿Davinia? ¿Walters?
- Davi. Mis amigos me llaman Davi. ¿Puedo llamarte Nibe?
- Niberobey. – hice una pausa para mirarla antes de seguir repasando el contrato - Bien, Walters. – la insté con la mano a echar otro trago – quiero dejar bien clara una cosa. No soy protocolario y no siempre actúo dentro de la legalidad.
La miré esperando respuesta. Tenía la boca llena del preciado líquido imperial, lo paladeó mientras sentía con la cabeza. Sus ojos grandes le deban un aspecto inocente, y su pelo rubio algo descuidado le daba al conjunto un tinte naif bastante picarón. Tras asentir vehementemente se tragó el licor. Hice aspavientos con la mano, dándole a entender que podía beber sin remilgos.
- No hay problema. Quiero decir, que estoy dispuesta a lo que sea. Bueno no a lo que sea, pero si a lo que haga falta… en sentido profesional. Claro. Pero profesional como piloto. – se calló abruptamente y echó otro trago -.
- Vaaaaale. Walters…
- Davi – incidió ella -.
Bajé la cabeza y la miré por encima de las gafas, la luz de la estación se reflejó en mi ojo biónico, deslumbrándola un poco. Clavó la mirada fascinada, al parecer nunca había visto una prótesis implantada, yo seguí mi charla:
- Walters. Saldrás cuando te lo pida, y seguirás las órdenes manteniendo tu propia seguridad. Tu prioridad es ser mi escolta y despistar mientras descargo todo el armamento en el desdichado que se nos ponga delante. Bien, llegados a este punto quiero dejar claro una cosa. He contratado a 25 pilotos, he despedido a 11. En los 8 meses que llevo contratando pilotos, 13 han muerto bajo mi mando. Eres la número 14, y mi objetivo es que no lo seas, pero hasta que te despida o te marches, asumiré que eres la 14. ¿Puedes volar bajo esas condiciones?
- Pero cobraré. ¿No?
- Si – sonreí – cobrarás un 2% de los beneficios totales, estés a bordo o no. Ese porcentaje subirá conforme te lo ganes. Yo me haré cargo de pagar multas, reparaciones, combustible, armas, etc. Tú sólo… “mantente a salvo”
Eso último lo murmuré entre dientes. Parece que me oyó porque me tendió la petaca con una sonrisa condescendiente, no sin antes darle un último trago. Le tendí el contrato para que lo firmara. Mientras derramé unas gotas al suelo “por los caidos” dije antes de darle un largo trago al Brady. Se notaba el sabor dulce, el envejecido de la madera vieja en el paladar, las trazas de botánicos. Una sinfonía de sensaciones agradables en la boca, un ardor reconfortante en el gaznate.
- Joooooder, ¡¡¡¡esta es tu nave Nibe!!!! Una corbeta!!?? Qué guay!!
- Te presento a PLAGIOCLASA – le dije orgulloso -. Mi corbeta. Me costó, no sólo un montón de créditos, si no ganarme la confianza de los federales. Pero mereció la pena. Nunca creí volar una nave tan grande hasta que la probé. Es una gozada.
Contemplé las líneas de la nave, recordando cada cicatriz, cada batalla, cada muerte, cada recompensa, cada pérdida…
- Comandante Niberobey – me entregó el contrato firmado – es un honor estar a bordo.
Se puso firme y me ofreció el contrato debidamente firmado y cumplimentado. Me hizo un saludo militar cuando lo cogí. No pude evitar sonreir mientras tiraba todos esos papeles por encima de mi cabeza. Su sonrisa iluminó cada rincón oscuro de mi alma mientras llovían los documentos.
- Dav. Estás en tu casa – señalé con la mano la rampa de entrada a la nave -. Llámame Nibe.
- ¡¡Wuuuuuuuuoooooooooo!!
Corrió alegre por toda la nave, revisando cada recoveco, familiarizándose con cada rincón. Parecía jovial y despreocupada, pero inconscientemente era una profesional meticulosa.
En apenas dos días ha ganado casi dos millones. Empiezo a pensar que el 13 es mi número de la buena suerte.