Taberna de Koki, Sistema Agarda, 3309
La taberna de Koki estaba llena de humo y el bullicio de conversaciones apagadas por el sonido de tarros de cerveza golpeando las mesas. La señora Magaly, con las mejillas sonrosadas por los cinco tarros de cerveza de Konga que había consumido, se giró hacia el cantinero con una mirada curiosa.
—Eh, sargento, ¿puedo ver esa foto que está detrás de las botellas? —preguntó, señalando un viejo retrato que colgaba, medio escondido, detrás de una fila de botellas polvorientas.
El cantinero, un hombre de rostro regordete y lleno de arrugas, parpadeó sorprendido ante la inusual solicitud. Tras un momento de duda, alargó el brazo, tomó la foto y la limpió con un paño antes de entregársela a la señora Magaly.
—¡Vaya! Sí que era hermosa y joven. ¿Sabes cuántos años se llevaban ella y Rick? —dijo Magaly, mirando la imagen con atención.
—Creo que unos diez años —respondió el cantinero, encogiéndose de hombros.
—Y pensar que esa chica menudita fue una temible pirata espacial...
—Oh, no, señora Magaly, en eso se equivoca —la interrumpió el cantinero, sacudiendo la cabeza con un leve sonreír—. Ella tenía un talento innato y una sangre muy fría. Era más temeraria que cualquier miembro del escuadrón Quatum, incluso más que Helen. Recuerdo una misión en la que ella y Rick despejaron el camino para unas fuerzas de descenso. La Cobra de Rick apenas tenía algunos impactos, pero la de Ángela... No sé cómo diablos hizo para aterrizar lo que quedó de esa nave. Creo que aterrizó manualmente, con solo un uno por ciento de integridad del casco. Ella estaba más loca que Rick.
La señora Magaly negó con la cabeza, perpleja.
—No entiendo por qué Rick se fijó en ella. Bueno, aparte de su belleza y juventud. Rick es de una familia de aristócratas e intelectuales del núcleo de la Federación. Podría haberse casado con una dama de buena posición económica, ser un empresario rico y tener muchos nietos a su edad. Pero ahí está, en un Carrier, luchando contra los Thargoides y aceptando toda clase de misiones suicidas, como si buscara que la muerte lo encontrara.
El cantinero se tomó un momento para responder, bebiendo un largo trago de su jarra.
—Usted no entiende al viejo Rick. Él siempre ha sido un rebelde. Y esa jovencita, a pesar de ser una esclava imperial sin recursos, fue la única persona que lo puso en el camino correcto. Ella fue la única que realmente lo comprendió. Por eso congeniaban tan bien; muchos decían que pensaban igual, que eran almas gemelas.
Magaly frunció el ceño, confundida.
—Espera un momento, cantinero. Si eran tan unidos, ¿por qué se separaron?
—Porque Ángela era una imperial. Cuando la Inteligencia Federal descubrió la existencia del escuadrón Quatum, ella sabía que si se enteraban de que Rick estaba con una imperial en un escuadrón secreto federal, eso significaría la muerte de Rick por alta traición. Ella se fue para protegerlo, pero Rick no entendió eso. Al final, terminó con su carrera, pero mejor una baja sin honor que enfrentarse a un pelotón de fusilamiento.
Magaly suspiró, comprendiendo.
—Vaya, entonces ella sí lo amaba. Ahora entiendo por qué Rick nunca la ha superado.
El cantinero soltó una risa suave.
—Jejeje, Rick ha estado con muchas mujeres, pero ninguna puede reemplazar a Ángela, ni siquiera esa coronel de la Alianza o la chica que hace galletas.
—Pobre Rick... Desde que Ángela murió, no ha vuelto a ser el mismo. Está más sombrío que antes.
—Señora Magaly, no trate de entender al viejo Rick. Tanto él como Ángela fueron un par de demonios sueltos en el espacio. Y al final, creo que los demonios también pueden encontrar el amor entre sus semejantes.
La señora Magaly contempló la foto una vez más. En el borde, una leyenda garabateada a mano decía: "Escuadrón Quatum, Rhea, diciembre 3260. Misión número 50 completada con éxito."
La taberna de Koki estaba llena de humo y el bullicio de conversaciones apagadas por el sonido de tarros de cerveza golpeando las mesas. La señora Magaly, con las mejillas sonrosadas por los cinco tarros de cerveza de Konga que había consumido, se giró hacia el cantinero con una mirada curiosa.
—Eh, sargento, ¿puedo ver esa foto que está detrás de las botellas? —preguntó, señalando un viejo retrato que colgaba, medio escondido, detrás de una fila de botellas polvorientas.
El cantinero, un hombre de rostro regordete y lleno de arrugas, parpadeó sorprendido ante la inusual solicitud. Tras un momento de duda, alargó el brazo, tomó la foto y la limpió con un paño antes de entregársela a la señora Magaly.
—¡Vaya! Sí que era hermosa y joven. ¿Sabes cuántos años se llevaban ella y Rick? —dijo Magaly, mirando la imagen con atención.
—Creo que unos diez años —respondió el cantinero, encogiéndose de hombros.
—Y pensar que esa chica menudita fue una temible pirata espacial...
—Oh, no, señora Magaly, en eso se equivoca —la interrumpió el cantinero, sacudiendo la cabeza con un leve sonreír—. Ella tenía un talento innato y una sangre muy fría. Era más temeraria que cualquier miembro del escuadrón Quatum, incluso más que Helen. Recuerdo una misión en la que ella y Rick despejaron el camino para unas fuerzas de descenso. La Cobra de Rick apenas tenía algunos impactos, pero la de Ángela... No sé cómo diablos hizo para aterrizar lo que quedó de esa nave. Creo que aterrizó manualmente, con solo un uno por ciento de integridad del casco. Ella estaba más loca que Rick.
La señora Magaly negó con la cabeza, perpleja.
—No entiendo por qué Rick se fijó en ella. Bueno, aparte de su belleza y juventud. Rick es de una familia de aristócratas e intelectuales del núcleo de la Federación. Podría haberse casado con una dama de buena posición económica, ser un empresario rico y tener muchos nietos a su edad. Pero ahí está, en un Carrier, luchando contra los Thargoides y aceptando toda clase de misiones suicidas, como si buscara que la muerte lo encontrara.
El cantinero se tomó un momento para responder, bebiendo un largo trago de su jarra.
—Usted no entiende al viejo Rick. Él siempre ha sido un rebelde. Y esa jovencita, a pesar de ser una esclava imperial sin recursos, fue la única persona que lo puso en el camino correcto. Ella fue la única que realmente lo comprendió. Por eso congeniaban tan bien; muchos decían que pensaban igual, que eran almas gemelas.
Magaly frunció el ceño, confundida.
—Espera un momento, cantinero. Si eran tan unidos, ¿por qué se separaron?
—Porque Ángela era una imperial. Cuando la Inteligencia Federal descubrió la existencia del escuadrón Quatum, ella sabía que si se enteraban de que Rick estaba con una imperial en un escuadrón secreto federal, eso significaría la muerte de Rick por alta traición. Ella se fue para protegerlo, pero Rick no entendió eso. Al final, terminó con su carrera, pero mejor una baja sin honor que enfrentarse a un pelotón de fusilamiento.
Magaly suspiró, comprendiendo.
—Vaya, entonces ella sí lo amaba. Ahora entiendo por qué Rick nunca la ha superado.
El cantinero soltó una risa suave.
—Jejeje, Rick ha estado con muchas mujeres, pero ninguna puede reemplazar a Ángela, ni siquiera esa coronel de la Alianza o la chica que hace galletas.
—Pobre Rick... Desde que Ángela murió, no ha vuelto a ser el mismo. Está más sombrío que antes.
—Señora Magaly, no trate de entender al viejo Rick. Tanto él como Ángela fueron un par de demonios sueltos en el espacio. Y al final, creo que los demonios también pueden encontrar el amor entre sus semejantes.
La señora Magaly contempló la foto una vez más. En el borde, una leyenda garabateada a mano decía: "Escuadrón Quatum, Rhea, diciembre 3260. Misión número 50 completada con éxito."
Last edited: