Tras retirar la hidra, me dirigía confiado al aterrizaje y sufrí el cobarde y vengativo ataque thargoide cuyo final se aprecia en el video. Cuando vi cómo bajaban mis escudos y casco opté en una decisión poco meditada por lanzarme hacia la plataforma, sin un buen ángulo ni velocidad de aproximación adecuada. Creo que fallaron los impulsores, un último intento de huida fue ya tardío e infructuoso. Disfruten de la escena y aprendan a no confiarse nunca ante la presencia de estos malditos bichos. Una nave es siempre vulnerable en el momento del aterrizaje. Es un blanco fácil. Ha sido un orgullo formar parte de esta misión, enfrentándonos a un enemigo impresionante y poderoso.