Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.
Día: Samhain Mes: Octubre. Año 3305
Matar bichos en Onoros me había dejado un poco frío. Dediqué más tiempo a hacer “turismo” que a cazarlos. Yendo sólo los más grandes me resultaron inviables, aunque por suerte no tuve que ser rescatado en una cápsula de escape. Los pequeños sin embargo eran más “fáciles”. Casi todo el mundo contaba hazañas de como mataban cíclopes y basiliscos mientras yo me sentía como si fuera un novato en una sidewinder. Me dediqué a rescatar cargueros del ataque de merodeadores y poco más. No gané mucho, me fui muy lejos y sólo saqué una bonita experiencia de cómo mejorar la nave para matar bichos. Al menos se me quitaron las ganas de volver a viajar lejos hasta perderme en los confines de la galaxia como la última vez.
Ya de vuelta en casa estuve “mercadeando”; haciendo exploración por superficies planetarias en busca de elementos raros para mejorar módulos y algo de rapiña por su puesto. Comprar y vender materiales está bien, pero rapiñarlos y venderlos es más entretenido. Entre toda esa rapiña encontré un par de cápsulas de escape. Tras un productivo día como carroñero volví a mi abrevadero favorito, no sin antes entregar las cápsulas de escape ocupadas. No hubo ofertas mejores de camino, tuvieron suerte.
Ya en la estación de Yoruba decidí tomarme unas cervezas mientras reparaban mi nave y decidía mi próxima aventura, pero la aventura vino a buscarme, como suele ser habitual.
- ¡¡Nibe!! Dónde has estado hombre.
- John – respondí cansado – cómo está mi político corrupto favorito.
Johnathon Snyder era el líder de la Alliance Democratic Network a efectos prácticos. Su risa era sincera y afable. Su rostro de edad avanzada mostraba los estragos del estrés que conllevaba llevar adelante toda una facción. Máxime con las expansiones que estábamos teniendo, fruto del esfuerzo de todos los miembros de ADN. Llamarlo corrupto era una broma recurrente, pues a pesar de su rostro cansado y su calva brillante destinaba toda ganancia a la facción y no a placeres personales. Bueno igual algún capricho se daba, pero nada grave ni escandaloso. Me paso el brazo por encima del hombro y alzó la otra mano para pedir otra ronda.
- Qué necesitas de mi Sr. Snyder.
- Verás, necesito un pequeño favor. Pagado por supuesto.
- ¿No vas a pedir donaciones esta vez?
- Ya sabes que cuando… - se le notaba incómodo, le corté la respuesta –
- Tranquilo John, sé que es cosa de política. Venga dispara camarada.
- Pues no se si sabrás que tenemos elecciones.
- ¿Otra vez? ¿dónde es esta vez? – trató de responder pero no le dejé hablar – da igual, que necesitas.
- Pues necesito a algún piloto discreto. El típico contrato de eliminación. Hemos untado a las fuerzas de seguridad para que retrasen su actuación.
- Así que en eso fue la última donación – espeté bucólico –
- Así es.
- Por tanto intuyo que no serán criminales ni piratas. Si no civiles, políticos y sus familias, ¿me equivoco?
- No te equivocas. Tienes que liquidar a 30 civiles.
El trago que le estaba dando a la cerveza me salió por la nariz. Tosí mientras John me daba palmadas en la espalda visiblemente preocupado. Levanté las manos para mostrarle que estaba bien, sólo se me había ido la bebida por otro sitio.
- Egg… ccooff… estoy bien.
- No me des esos sustos hombre.
- Estoy bien. Ejem. Bien, así que 30 civiles. Quieres que mate a 30 civiles.
- Bueno destruye sus naves, no hace falta que los mates.
- La tarifa habitual, millón por nave cómo mínimo.
- Bueno, son civiles, no presentarán batalla y no serán difíciles de derribar.
- Pero tendré que pagar multas, municiones…
- Es por una buena causa Nibe. 27 millones. ¿Hay trato?
Me bebí la cerveza de un trago dando un fuerte golpe en la barra al acabarla. Me levanté y le ofrecí mi mano para estrecharla y cerrar el trato con un último apunte:
- 27 millones trescientos y uso una nave de a alianza. Eso te ayudará a dar el mensaje que quieres dar “no se juega con la alianza”.
Me estrechó la mano sin dudarlo un segundo con un claro signo de alegría y alivio en la cara. Un último apunte era que el nombre en clave de la operación sería "operación en cubierta en epidemia" o algo de eso. Al parecer, pensar diferente era una epidemia. No me pegaban por hacer de moralista, así que acepté.
El resto como suele decirse, es historia. Aterroricé a 30 familias por dinero, pagué mis multas y volví a mi mullida cama a reconfortarme. Ni pesadillas, ni remordimientos. Dormí como un bebé. El mundo me odia desde que nací, ahora pueden odiarme con un motivo de peso.
Día: Samhain Mes: Octubre. Año 3305
Matar bichos en Onoros me había dejado un poco frío. Dediqué más tiempo a hacer “turismo” que a cazarlos. Yendo sólo los más grandes me resultaron inviables, aunque por suerte no tuve que ser rescatado en una cápsula de escape. Los pequeños sin embargo eran más “fáciles”. Casi todo el mundo contaba hazañas de como mataban cíclopes y basiliscos mientras yo me sentía como si fuera un novato en una sidewinder. Me dediqué a rescatar cargueros del ataque de merodeadores y poco más. No gané mucho, me fui muy lejos y sólo saqué una bonita experiencia de cómo mejorar la nave para matar bichos. Al menos se me quitaron las ganas de volver a viajar lejos hasta perderme en los confines de la galaxia como la última vez.
Ya de vuelta en casa estuve “mercadeando”; haciendo exploración por superficies planetarias en busca de elementos raros para mejorar módulos y algo de rapiña por su puesto. Comprar y vender materiales está bien, pero rapiñarlos y venderlos es más entretenido. Entre toda esa rapiña encontré un par de cápsulas de escape. Tras un productivo día como carroñero volví a mi abrevadero favorito, no sin antes entregar las cápsulas de escape ocupadas. No hubo ofertas mejores de camino, tuvieron suerte.
Ya en la estación de Yoruba decidí tomarme unas cervezas mientras reparaban mi nave y decidía mi próxima aventura, pero la aventura vino a buscarme, como suele ser habitual.
- ¡¡Nibe!! Dónde has estado hombre.
- John – respondí cansado – cómo está mi político corrupto favorito.
Johnathon Snyder era el líder de la Alliance Democratic Network a efectos prácticos. Su risa era sincera y afable. Su rostro de edad avanzada mostraba los estragos del estrés que conllevaba llevar adelante toda una facción. Máxime con las expansiones que estábamos teniendo, fruto del esfuerzo de todos los miembros de ADN. Llamarlo corrupto era una broma recurrente, pues a pesar de su rostro cansado y su calva brillante destinaba toda ganancia a la facción y no a placeres personales. Bueno igual algún capricho se daba, pero nada grave ni escandaloso. Me paso el brazo por encima del hombro y alzó la otra mano para pedir otra ronda.
- Qué necesitas de mi Sr. Snyder.
- Verás, necesito un pequeño favor. Pagado por supuesto.
- ¿No vas a pedir donaciones esta vez?
- Ya sabes que cuando… - se le notaba incómodo, le corté la respuesta –
- Tranquilo John, sé que es cosa de política. Venga dispara camarada.
- Pues no se si sabrás que tenemos elecciones.
- ¿Otra vez? ¿dónde es esta vez? – trató de responder pero no le dejé hablar – da igual, que necesitas.
- Pues necesito a algún piloto discreto. El típico contrato de eliminación. Hemos untado a las fuerzas de seguridad para que retrasen su actuación.
- Así que en eso fue la última donación – espeté bucólico –
- Así es.
- Por tanto intuyo que no serán criminales ni piratas. Si no civiles, políticos y sus familias, ¿me equivoco?
- No te equivocas. Tienes que liquidar a 30 civiles.
El trago que le estaba dando a la cerveza me salió por la nariz. Tosí mientras John me daba palmadas en la espalda visiblemente preocupado. Levanté las manos para mostrarle que estaba bien, sólo se me había ido la bebida por otro sitio.
- Egg… ccooff… estoy bien.
- No me des esos sustos hombre.
- Estoy bien. Ejem. Bien, así que 30 civiles. Quieres que mate a 30 civiles.
- Bueno destruye sus naves, no hace falta que los mates.
- La tarifa habitual, millón por nave cómo mínimo.
- Bueno, son civiles, no presentarán batalla y no serán difíciles de derribar.
- Pero tendré que pagar multas, municiones…
- Es por una buena causa Nibe. 27 millones. ¿Hay trato?
Me bebí la cerveza de un trago dando un fuerte golpe en la barra al acabarla. Me levanté y le ofrecí mi mano para estrecharla y cerrar el trato con un último apunte:
- 27 millones trescientos y uso una nave de a alianza. Eso te ayudará a dar el mensaje que quieres dar “no se juega con la alianza”.
Me estrechó la mano sin dudarlo un segundo con un claro signo de alegría y alivio en la cara. Un último apunte era que el nombre en clave de la operación sería "operación en cubierta en epidemia" o algo de eso. Al parecer, pensar diferente era una epidemia. No me pegaban por hacer de moralista, así que acepté.
El resto como suele decirse, es historia. Aterroricé a 30 familias por dinero, pagué mis multas y volví a mi mullida cama a reconfortarme. Ni pesadillas, ni remordimientos. Dormí como un bebé. El mundo me odia desde que nací, ahora pueden odiarme con un motivo de peso.