Cuaderno de bitácora, CMDR Niberobey

Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: Samhain Mes: Octubre. Año 3305


Matar bichos en Onoros me había dejado un poco frío. Dediqué más tiempo a hacer “turismo” que a cazarlos. Yendo sólo los más grandes me resultaron inviables, aunque por suerte no tuve que ser rescatado en una cápsula de escape. Los pequeños sin embargo eran más “fáciles”. Casi todo el mundo contaba hazañas de como mataban cíclopes y basiliscos mientras yo me sentía como si fuera un novato en una sidewinder. Me dediqué a rescatar cargueros del ataque de merodeadores y poco más. No gané mucho, me fui muy lejos y sólo saqué una bonita experiencia de cómo mejorar la nave para matar bichos. Al menos se me quitaron las ganas de volver a viajar lejos hasta perderme en los confines de la galaxia como la última vez.
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Ya de vuelta en casa estuve “mercadeando”; haciendo exploración por superficies planetarias en busca de elementos raros para mejorar módulos y algo de rapiña por su puesto. Comprar y vender materiales está bien, pero rapiñarlos y venderlos es más entretenido. Entre toda esa rapiña encontré un par de cápsulas de escape. Tras un productivo día como carroñero volví a mi abrevadero favorito, no sin antes entregar las cápsulas de escape ocupadas. No hubo ofertas mejores de camino, tuvieron suerte.

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Ya en la estación de Yoruba decidí tomarme unas cervezas mientras reparaban mi nave y decidía mi próxima aventura, pero la aventura vino a buscarme, como suele ser habitual.
- ¡¡Nibe!! Dónde has estado hombre.
- John – respondí cansado – cómo está mi político corrupto favorito.

Johnathon Snyder era el líder de la Alliance Democratic Network a efectos prácticos. Su risa era sincera y afable. Su rostro de edad avanzada mostraba los estragos del estrés que conllevaba llevar adelante toda una facción. Máxime con las expansiones que estábamos teniendo, fruto del esfuerzo de todos los miembros de ADN. Llamarlo corrupto era una broma recurrente, pues a pesar de su rostro cansado y su calva brillante destinaba toda ganancia a la facción y no a placeres personales. Bueno igual algún capricho se daba, pero nada grave ni escandaloso. Me paso el brazo por encima del hombro y alzó la otra mano para pedir otra ronda.

- Qué necesitas de mi Sr. Snyder.
- Verás, necesito un pequeño favor. Pagado por supuesto.
- ¿No vas a pedir donaciones esta vez?
- Ya sabes que cuando… - se le notaba incómodo, le corté la respuesta –
- Tranquilo John, sé que es cosa de política. Venga dispara camarada.
- Pues no se si sabrás que tenemos elecciones.
- ¿Otra vez? ¿dónde es esta vez? – trató de responder pero no le dejé hablar – da igual, que necesitas.
- Pues necesito a algún piloto discreto. El típico contrato de eliminación. Hemos untado a las fuerzas de seguridad para que retrasen su actuación.
- Así que en eso fue la última donación – espeté bucólico –
- Así es.
- Por tanto intuyo que no serán criminales ni piratas. Si no civiles, políticos y sus familias, ¿me equivoco?
- No te equivocas. Tienes que liquidar a 30 civiles.

El trago que le estaba dando a la cerveza me salió por la nariz. Tosí mientras John me daba palmadas en la espalda visiblemente preocupado. Levanté las manos para mostrarle que estaba bien, sólo se me había ido la bebida por otro sitio.

- Egg… ccooff… estoy bien.

- No me des esos sustos hombre.

- Estoy bien. Ejem. Bien, así que 30 civiles. Quieres que mate a 30 civiles.

- Bueno destruye sus naves, no hace falta que los mates.


- La tarifa habitual, millón por nave cómo mínimo.

- Bueno, son civiles, no presentarán batalla y no serán difíciles de derribar.

- Pero tendré que pagar multas, municiones…

- Es por una buena causa Nibe. 27 millones. ¿Hay trato?

Me bebí la cerveza de un trago dando un fuerte golpe en la barra al acabarla. Me levanté y le ofrecí mi mano para estrecharla y cerrar el trato con un último apunte:

- 27 millones trescientos y uso una nave de a alianza. Eso te ayudará a dar el mensaje que quieres dar “no se juega con la alianza”.

Me estrechó la mano sin dudarlo un segundo con un claro signo de alegría y alivio en la cara. Un último apunte era que el nombre en clave de la operación sería "operación en cubierta en epidemia" o algo de eso. Al parecer, pensar diferente era una epidemia. No me pegaban por hacer de moralista, así que acepté.

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El resto como suele decirse, es historia. Aterroricé a 30 familias por dinero, pagué mis multas y volví a mi mullida cama a reconfortarme. Ni pesadillas, ni remordimientos. Dormí como un bebé. El mundo me odia desde que nací, ahora pueden odiarme con un motivo de peso.
 
Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: uno cualquiera Mes: Abril. Año 3306



Buf. Tengo el cuaderno descuidado, pero se puede resumir todo en colaborar con otras facciones.

Los caballeros de Sion solicitaron ayuda contra los ¿Quebecois? ¿Quebecuá? Es igual, como se diga, una facción de capullos que ordenaban que trabajasen para ellos gratis por toda la cara. Con alguna amenaza, pero por el simple hecho de pertenecer a una facción federal querían que les regalaran sistemas y les hicieran el trabajo. Lo importante de esto es que aliados necesitaban ayuda, nada más y nada menos que la facción para la que de la todopoderosa Duquesa SnowSturm hace de diplomática. Así que cuando nuestro intrépido líder pidió voluntarios no pude negarme. En cuanto nos dieron los detalles equipé mi ajada vulture con aceleradores de plasma y me dirigí a CENSURADO para cazar a los quebenosequé.


Tras un par de horas de patrulla con un par de camaradas, no encontramos nada. Nos pasamos el tiempo viajando entre sistemas, patrullando entre planetas y hablando de vanalidades y bravuconadas. Parecíamos más matones que pilotos. Cuando ya parecía que el día iba a ser aburriiiiiiiido a más no poder nos dieron la “buena” noticia:

Toda nave de la facción “Quebecois nosequé” vista en el sistema CENSURADO es considerada enemiga. Por tanto los pilotos que apoyen la causa tienen permiso para derribarlas, independientemente de su estado legal. Repetimos, permiso para derribar naves de la facción considerada enemiga al violar el tratado de Burr vista en el sistema CENSURADO.



De los tres aguerridos camaradas de PLA, sólo dos nos quedamos a ensuciarnos las manos. Tras un par de horas haciendo lo que mejor sabemos hacer (aunque no sea bonito), nos encontramos a comparar cuanto pagaban por nuestras cabezas. Mi recompensa apenas llegaba al millón. La del camarada Vetton rozaba los 10 millones. Teniendo en cuenta que las recompensas se ubican en relación al coste de la nave atacante y la atacada, es normal que si con mi vulture me dedicaba a cazar anacondas pagaran menos por mi cabeza que por la de Vetton, quien con su corbeta arrasaba como quien mata mosquitos en una noche calurosa. Nos pasamos un rato comentando quien era más “chungo”, pero antes de retirarnos a una estación segura a descansar hice mi bravuconada final:

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- Oye voy a la estación, a ver si estamos entre los más buscados.

- Vale, yo me retiro, y dime si me ves porque tu ni aparecerás jajajajajaja

- …Sólo por eso me debes una cerveza.



La estación planetaria estaba relativamente cerca, y en lo que Vetton saltaba yo ya estaba en órbita. Pedí permiso para aterrizar, anónimo claro está por mi condición de buscado, pero tenía permiso. Me acerqué a la plataforma, tren de aterrizaje fuera. Escaneando. ¿Cómo? ¿Escaneando? No j*der ahora noooo. La nave no se ancló a la plataforma. Lo intenté dos veces más pero nada. Los cazas de la estación se tornaron rojo sangre en mi radar. Las torretas empezaron a salir de la tierra como golems invocados por un señor oscuro que necesitaba protección. Desistí en mi intento y puse toda la energía a motores, tren de aterrizaje recogido y rumb… Me quedé mirando una ASP explorer que tenía al lado mientras subía y enfilaba el vector de salida

- ¿no será de los quebe…? Síiiiiii. – sonreí de oreja a oreja -. Un último de maldad.

Una última estupidez antes de partir. Desplegando anclajes. Una vocecita en mi cabeza me decía que iba a morir, pero otra me decía que arrastrara a alguien para no ir solo al infierno.

Postquemador funcionando y enemigo en la mira. La idea era dar una pasada rápida, un disparo y a correr.



Escudos desactivados



J*der que buenas defensas, estaba tan concentrado que no me dí cuenta del castigo que estaba recibiendo. Un disparo y me largo, sólo para asustarlo, me dije. El disparo sonó como una ola chocando contra un acantilado al impactar contra la ASP. Le destrozó los escudos y le dejó el blindaje a menos del 50%, estaba claro que era un explorador o comerciante novel. Pero había otra cosa clara; que no iba a salir entero de esa estación. Con el blindaje al 20% puse máxima potencia hacia la ASP.

Lo siguiente que recuerdo es despertarme en una camilla con la cabeza a punto de explotar. Traté de moverme, pero estaba maniatado. Reconozco la enfermería de una estación prisión, he estado en algunas. Tras el reconocimiento médico y de pagar mi deuda con la sociedad sólo se me ocurrió preguntar por la ASP a la que ataqué.

- Sacamos tu cápsula de escape de la cabina de esa pobre nave. Si su piloto no llega a salir corriendo lo habrías aplastado. Quedó atrapado entre los restos de su cargamento ¿Es eso lo que querías saber?

Sonreí satisfecho y me despedí con un saludo militar burlesco.


Pasaron unos días de relativa calma, pero volvieron a pedir ayuda facciones aliadas. Una flota federal.

¡¡Una flota Federal!! ¡¡Federal!!, pidiendo ayuda a la alianza. Bueno a todo aquel que pudiera apoyarles. Al parecer otra facción, la Flotta Stelare, no se si federales o indepes, daba igual, los estaban hostigando y se caracterizan por sus tácticas pseudomafiosas e intimidatorias. Estaban enfrascados ya en una guerra por el control de un sistema, mientras discutían los diplomáticos de ambos grupos sobre como actuar, la Flotta Stelare empezó a participar activamente y a ganar la guerra. Eso disparó las tensiones y se declaró la guerra abierta, no restringiéndose ésta a las zonas de conflicto. También es verdad que igual que los imperiales tiene una forma de expresarse que sólo podría definir como Wagneriana; un federal te declara la guerra sólo por acabarte la mayonesa sin avisar. Otra vez piden voluntarios y otra vez ahí que me apunto, la guerra da dinero siempre que hagas tu trabajo y no estén los tuyos en medio.


Lo siguiente fueron los marlinistas hostigados por los imperiales. No dudé en unirme a los marlinistas, más por la promesa de la recompensa que por una legítima preocupación por su causa. Por mucho que me esforcé, los imperiales arrasaron. Cada día al acabar cansado de luchar en zonas de conflicto me iba a una estación cercana a dormir. Al estar casi todas las habitaciones ocupadas y con más refiguados que llegaban, me decidí a dormir en mi nave. Había pocos comandantes apoyando su causa, todos abatidos, cansados y apenados al saber que no obtendríamos la preciada recompensa, un prototipo de lanzamisiles creo. Al menos sacaría un puñado de créditos.

Lo que recuerdo más vívidamente fue una familia. Trabajaban en la estación apoyando al equipo de taller a hacer reparaciones y reponer municiones. Una muchacha y su hermano pequeño se dedicaban a ir por comida y llevarles agua o herramientas. Uno de los últimos días, el pequeño, no tendría más de 8 añitos, se me acercó a darme las gracias. Solía comer algo en la rampa de la corbeta junto con Ayesha, la piloto de caza que tenía contratada. Ya llevaba tiempo conmigo tras haber despedido a Davinia Walters. Davinia no resultó ser mal pilotopero no paraba de parlotear sobre su sueño de conocer la burbuja, que si esto o lo otro. La despedí amistosamente con el rango de Letal y unos cuantos millones en el bolsillo. Ayesha King era algo más callada, al menos con ella podía oir mis pensamientos y no los suyos.

El pequeño vino a traerme una bebida, serio y asustado pero decidido, más intimidado por mi aspecto que por la imponente nave.

- ¡Oh! Te lo agradezco pequeño, pero ya estoy servido – agité mi cerveza delante de él para mostrarlo -.

- Quiero darle las gracias comandante. Y como todos trabajais por algo quería ofrecerte esto.

- Jovencito, es muy maduro por tu parte. Pero yo solo cobro los trabajos en nave. Además, no tienes que agradecerme nada, ya me pagan tus representantes.

- Pero han venido pocos a ayudar.



Agachó la cabeza apenado mirando al refresco. Su hermana vino en su ayuda, pensaba que estaba molestando.

- Ayesha, porqué no vas a buscar algo más de comer y unas bebidas. ¡Ah! Y algo dulce también – le guiñé el ojo -.

- A la orden comandante.

Parece que pilló la indirecta a la perfección. Me levanté despacio y me acerqué a la muchacha quien se veía asustada y apresurada por llevarse a su hermano. Parecía haber pasado por alguna experiencia traumática en el pasado. Al verme se asustó y trató de pedir perdón por su hermano.

- Señor, discúlpelo, es muy pequeño.

Me arrodillé para estar a su altura, tratando de parecer más pequeño, menos intimidante. Me quité las gafas para mostrarme completo.

- No hay nada que perdonar. Este hombrecito es todo un hombre que hace lo que cree correcto y ha venido a mostrar gratitud. Algo que se le ha olvidado a casi todo el universo – dije haciendo señales en círculo sobre mi cabeza para señalarnos a todos y reforzar mi discurso -. Y me quedo con ese gesto. Sé lo que es trabajar duro. Sé que es no tener nada y aún así dar lo poco que tienes. O peor, que te lo quiten por la fuerza. Ahora soy yo el que agradece el gesto.

Justo a tiempo llegó mi piloto de caza con todo lo que le había pedido. Nos acercamos con los niños a los padres, quienes estaban apurando lo que les quedaba de su almuerzo y nos miraban con cierta incertidumbre y desconfianza.

- Familia, este pequeño hombrecito ha venido a mostrar gratitud, humildad y amabilidad. Algo escaso en estos tiempos. Sé lo que es pasarlo mal, pero cuando aun así actúas de forma correcta y humilde se demuestra de que pasta se está hecho. Por eso, esto es para vosotros, para recompensar que hayáis criado a dos hijos que comparten lo poco que tienen para dar las gracias.

- ¡EH! ¿¡sigues conmigo Nibe!?

Una voz llamó mi atención a mi izquierda mientras sentía como me daban golpecitos en el brazo

- ¿Estás ahí? ¡Ese niño te está hablando!

Ayesha llamaba mi atención para que dejara mis obnubilaciones y prestara atención. Me quedé tan absorto en mis pensamientos, en lo que me gustaría hacer, que el chico empezó a incomodarse al ofrecerme el refresco.

- ¡Oh! Perdona muchacho, estaba… bueno… eh… gracias pero ya tengo bebida.

- Será mejor que vaya preparando la partida – espetó mi tripulante -. Al menos arañaremos algunos créditos, aunque no ganemos esta guerra. – se dirigió a los integrantes del hangar para dar instrucciones de reparaciones y recarga mientras yo me quedé cara a cara con el niño -.

- ¿Os tratan bien aquí?

- Si señor. Al menos no tenemos que tener miedo. Como han venido pocos a ayudar en la guerra quería ofrecer algo de beber. La guerra da sed.

- Sí que la da. Mira hacemos una cosa. Guárdate esto – saqué una tarjeta con unos 5.000 Cr -. Puedes guardarlo para una emergencia o dárselo a tus padres. Di que, no se, que te la dado un comandante alto, rubio, con los ojos azules y que va por ahí haciendo el bien. No se te ocurra decirles que fui yo, - puse una voz grave con tono burlesco - tengo reputación de chico malo.

- Ja ja ja. Pero esto es mucho. No puedes darme esto a cambio de nada.

- Bueno, me debes un favor pequeñín. Si algún día necesito tu ayuda, ¿Me ayudarás?

- ¡Sí comandante!

Se puso firme y me hizo un saludo militar con la bebida en la mano mientras su hermana nos alcanzaba para llevarse a su hermano, avergonzada.

- Retirese grumete, y cuide de su familia – le guiñé un ojo bajando la cabeza para mirarlo por encima de las gafas -.

Los marlinistas perdieron con una aplastante derrota a pesar de nuestros esfuerzos. Éramos pocos contra un ejército de odio y fanatismo. Y ellos pensaran justo lo contrario. A veces se nos olvida que entre tanta burocracia, tanta guerra, tantos acuerdos y toda esa pomposidad faccionaria; hay gente inocente que sufre. O igual es que estoy desarrollando algún tipo de moralidad o peor, que empiezo a tener ideales.
Igual es sólo que tengo miedo, como siempre lo he tenido; y cada vez me cuesta más esconderlo en las tripas.
O igual es que llevo demasiados días sobrio.
 
Last edited:
- C******ño Hoz3 que susto!!!!!
- Tienes el corazón muy chico o una paranoia muy gorda.
- Lo que tengo es a medio sistema buscando mi cabeza.
- Oye ¿y si me dejas de apuntar?
- Mejor apartate tú despacito, se me ha quedado el brazo cogido de la tensión...

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Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 15 Mes: Diciembre. Año: 3306



¿Qué cojones hago revisando mis registros de combate? No lo sé, pero ha sido tan natural como respirar o sacudírtela después de mear. Llegar a casa, abrir una cerveza y revisar los registros de batalla. Ya lo había hecho antes, claro está, pero era diferente en esta ocasión. Otras veces estaba motivado por querer ser mejor piloto, corregir errores, pulir destrezas. Esta vez no estaba motivado en pulir nada, si no intrigado.


Nunca he sido soldado, ni guerrillero. Siempre he querido ser piloto, desde que tengo uso de razón no quería otra cosa que la libertad de ser miembro de la federación de pilotos para surcar la galaxia en mi propia nave. Me levantaba motivado a querer serlo, lo vivía, lo soñaba, veía combates de CQC, pensaba en maniobras, en cómo la haría con las manos. Trabajé duro para conseguir créditos y hasta me embarqué en negocios turbios por conseguir la pasta para mi formación y mi licencia de piloto.

Por eso me extraña que cuando pienso las cosas, cuando soy consciente de lo que estoy haciendo las cosas me salen regular; pero cuando no lo hago, cuando el estrés me asfixia y la situación me abruma mi memoria muscular me saca del apuro: la puntería es implacable, los movimientos precisos y la estrategia a corto plazo exitosa. No siempre, pero sí el 90% de las veces. ¿Porqué? He llegado a casa, después de devolver la energía a un asentamiento y haber despachado a unos carroñeros que llegaron buscando botín fácil. Nada raro, salvo por la salva de disparos fallidos estando parado y tranquilo y la precisión inhumana del disparo de gracia, en movimiento, en caída y bajo fuego enemigo con la última bala del cargador. sin red de seguridad, sin segundas oportunidades: el éxito de matar o sufrir una muerte dolorosa por quemaduras laser.

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Tengo la época de mercenario tan borrada de mi memoria por lo traumático de la época y por estar tan empapado en alcohol que no podría acabar de contar ninguno de los trabajos. Sin embargo mi cuerpo no ha olvidado esa época. Es un día más, pero llego a mi hogar y mi rutina ha cambiado, mi mente, mi subconsciente parece haber despertado “algo”. Será la adrenalina de sentir los disparos contra el blindaje corporal y no contra más de 230 toneladas de blindaje; acabar la jornada con cardenales y alguna fractura en lugar de con una factura de reparaciones. Creo que mi cuerpo ha reaccionado y no ha desbloqueado recuerdos, pero si reacciones.

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O puede, que sólo tenga suerte a veces.

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O puede ser que fueran aún más torpes que yo, que la suerte y su torpeza me causen la impresión de que me salen las cosas bien. Pero eso no explicaría los ruidos ni las voces de mi cabeza...

"Espera que el enemigo cometa un error. Sobrevive. Repite si es necesario"
 
Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 15 Mes: Diciembre. Año: 3306



¿Qué cojones hago revisando mis registros de combate? No lo sé, pero ha sido tan natural como respirar o sacudírtela después de mear. Llegar a casa, abrir una cerveza y revisar los registros de batalla. Ya lo había hecho antes, claro está, pero era diferente en esta ocasión. Otras veces estaba motivado por querer ser mejor piloto, corregir errores, pulir destrezas. Esta vez no estaba motivado en pulir nada, si no intrigado.


Nunca he sido soldado, ni guerrillero. Siempre he querido ser piloto, desde que tengo uso de razón no quería otra cosa que la libertad de ser miembro de la federación de pilotos para surcar la galaxia en mi propia nave. Me levantaba motivado a querer serlo, lo vivía, lo soñaba, veía combates de CQC, pensaba en maniobras, en cómo la haría con las manos. Trabajé duro para conseguir créditos y hasta me embarqué en negocios turbios por conseguir la pasta para mi formación y mi licencia de piloto.

Por eso me extraña que cuando pienso las cosas, cuando soy consciente de lo que estoy haciendo las cosas me salen regular; pero cuando no lo hago, cuando el estrés me asfixia y la situación me abruma mi memoria muscular me saca del apuro: la puntería es implacable, los movimientos precisos y la estrategia a corto plazo exitosa. No siempre, pero sí el 90% de las veces. ¿Porqué? He llegado a casa, después de devolver la energía a un asentamiento y haber despachado a unos carroñeros que llegaron buscando botín fácil. Nada raro, salvo por la salva de disparos fallidos estando parado y tranquilo y la precisión inhumana del disparo de gracia, en movimiento, en caída y bajo fuego enemigo con la última bala del cargador. sin red de seguridad, sin segundas oportunidades: el éxito de matar o sufrir una muerte dolorosa por quemaduras laser.

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Tengo la época de mercenario tan borrada de mi memoria por lo traumático de la época y por estar tan empapado en alcohol que no podría acabar de contar ninguno de los trabajos. Sin embargo mi cuerpo no ha olvidado esa época. Es un día más, pero llego a mi hogar y mi rutina ha cambiado, mi mente, mi subconsciente parece haber despertado “algo”. Será la adrenalina de sentir los disparos contra el blindaje corporal y no contra más de 230 toneladas de blindaje; acabar la jornada con cardenales y alguna fractura en lugar de con una factura de reparaciones. Creo que mi cuerpo ha reaccionado y no ha desbloqueado recuerdos, pero si reacciones.

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O puede, que sólo tenga suerte a veces.

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O puede ser que ser aún más torpes que yo, que la suerte y su torpeza me causen la impresión de que me salen las cosas bien. Pero eso no explicaría los ruidos ni las voces de mi cabeza ...

"Espera que el enemigo cometa un error. Sobrevive. Repite si es necesario"
-es facil comandante, levanta el arma apunta y dispara, y cuando responden el fuego te agachas, jejeje recuerdo eso de la academia de la armada federal, pero la mayor leccion me la enseño mi maestra, la almirante helen, ella siempre era muy habil y sigilosa, yo en cambio se me da mas bien los fusiles de francotirador, como todo buen cazador -...
Rick
Out
 
Es que yo aprendí a palos, nada tan refinado como academias para soldados. Gastaba más en blindaje corporal que nadie, nunca fuí muy sigiloso así que era el cebo. Y me daban armas de baja cadencia para obligarme a apuntar en vez de vaciar 40 balas al aire. Una vez me dejaron usar una ametralladora... Decenas de balas, sensación de poder y furia asesina. Pero las escopetas siempre han sido mis favoritas. "Si te van a ver venir, que tiemblen al verte. Si te van a oír acercarte, que teman ese sonido. Aunque estés atemorizado, que tus enemigos no lo noten"
 
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Día: ¿25? Mes: Marzo Año: 3306


El bullicio del local me embotaba los oídos, El olor a pilotos estrenando trajes, sangre seca de soldados tomándose un respiro y el aroma dulzón del licor exhalado por mineros de aliento acre. con sólo inclinar la cabeza y arquear una ceja mi copa era rellenada al momento por un barman atento, pulcro y de modales exquisitos; quizás los imperiales no estén tan mal después de todo.

Me mantenía absorto mirando las estanterías, observando en las botellas los colores de las luces refractarse y brillar mientras me contaban aquello tan apasionante:

- Pero, ¿eso se puede hacer?

- Es difícil, requiere CENSURADO. Será difícil, pero es posible.

- Me estás hablando de algo casi suicida. Quitando el casi.

- Si quedas en la memoria de la historia nunca mueres del todo.

- Pero no podrás paladear esta maravilla


Sentencié la frase acabando la copa de un trago, al dejar el vaso sobre la barra lo empujé suavemente con el dedo e incliné la cabeza hacia mi nuevo amigo. El barman me miró extrañado mientras ponía dos vasos con hielo y los rellenaba con ese néctar ámbar y ligeramente espeso. Alcé mi copa para brindar:

- Entonces habrá que aprovechar ahora para beber…

- Aprovechemos


Me contestó un minero barbudo y de cabeza pelada, tenía la mirada vidriosa de alguien que ha sufrido altibajos, más bajos que altos diría yo, facciones duras pero gesto suave, una rudeza más propia de los rigores de la vida pero que no ha terminado de dinamitar su voluntad. Con el tiempo todos los que se dedican a una misma tarea parecen clones, todos parecen sacados del mismo molde, deben hacer esa tarea o trabajo y se convierten en avatares de la tarea. Algunos tardan en perder su esencia; otros no la pierden nunca y no acaban muy bien. Luego están los que disfrutan de su trabajo, pero esos son una raza a parte.

- Chin chin camarada. A esta invito yo. – le dije sonriendo resignado a que no iba a encontrar a mi anterior interlocutor–

- Si, si; pero sin cosas raras ¡eh! No te ofendas, no eres mi tipo.

Le sonreí como hacía tiempo que no lo hacía, juraría que hasta solté una carcajada.

- Tranquilo, es solo que respeto el oficio y ya que estamos te consulto un par de dudas, por aprender de un profesional.

- Quieres empezar en este negocio ¡eh! – me golpeó el hombro con cariño, como quien habla con un chaval que recién empieza a vivir -.

- No exactamente, pero nunca está de más aprender cosas nuevas.



Una botella más tarde pagué la cuenta. El barman se interesó por mi, me recomendó un loquero, que le parecía buen tipo y eso de hablar sólo era un signo de que necesitaba ayuda; me preguntó con quien creía estar hablando.

- Con un fantasma, Bill. Hablaba con un fantasma.

- Señor, yo…

- Lo sé – le interrumpí -, no te llamas Bill



Caminé cabizbajo hasta la salida, en busca del hangar, en busca de mi nave. En busca de algo que nunca encontraría. “Algún día me contarás la historia de Bill” me dijo mi costillita por el comunicador que tenía perenne en el oído.

- Algún día, pero sólo cuando vueles conmigo. - Guiñé un ojo hacia la vulture oxidada del hangar -

- Sabes que no te veo guiñar el ojo, ¿Verdad?

- Pero sabías que lo haría.

- ¿Te veré mañana? - me respondió tras un bufido que ocultaba una sonrisa -

- Me veras en unas horas, eso ni lo dudes – respondí trastabillando los pasos -

- Mañana, no vueles bebido, descansa y despeja esa cabecita tuya. Y cielo, no estabas hablando sólo.

- No se porqué deseaba que sí. Te veo mañana.

Me despatarré en el asiento del copiloto, era mi catre improvisado para estos días. Miré al techo del aparato, lleno de cables empalmados con cinta aislante, manchas de óxido y alguna gotera de lubricante. El sonido de la naves entrando y saliendo me relajaba, las voces del control de la estación resonaban graves por las paredes. Todo iría bien. Todo estaba descontrolado, pero iría bien.
 
Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 10 Mes: Abril Año: 3306



Hay guerra en Miola. Un pequeño sistema pero muy importante por su industria extractiva y la agricultura. Me había pasado toda la mañana transportando agua hacia otro de nuestros sistemas en estado de sequía, así que me apetecía algo de acción.

Tras unas miles de toneladas de agua transportadas y con el suministro de hielo para mi whisky asegurado, puse rumbo a Miola con mi Corbeta Federal. Ayesha, mi piloto de caza de confianza, llevaba unos meses ociosos y le vendría bien el ejercicio.

Las naves caían como moscas ante el doble laser de rayo sobrecargado, fundía su casco como mantequilla, claro que también consumía más energía que créditos chupaba una ex-mujer. Tras ahuyentar a dos naves capitales teníamos la guerra casi en el bolsillo, así que aposté más alto.


En Frontier solutions me transportaron a la zona de conflicto con una piloto más que competente, pero sentía mis tripas retorcerse de ansiedad. El miedo era un viejo conocido, pero uno que gustaba de buscar nuevas formas de inquietarme.

Justo antes del despliegue revisé mi equipo: Karma AR-50, Manticore Intimidator y Manticore Tormentor.

Al aterrizar sobre mis pesadas botas sentí como se me aflojaban las piernas, quería pensar que era el peso del blindaje, pero no, era el miedo. Me uní a un pequeño grupo de alaidos y antes de darme cuenta vi a los enemigos. Solté munición de la pistola de plasma como si fuera confeti, me oculté, recargué y volví a disparar sin mucho acierto. Los aliados fueron cayendo uno a uno, me sudaban las manos y yo sostenía un arma con un último cargador. Antes de asomarme para volver a disparar sentí una mano en mi hombro que me dijo:

- ¡Espera!

Un soldado aliado me contuvo en mi posición mientras palpaba la escopeta de plasma a mi espalda, como indicando que debía utilizar. Esperé hasta oír el susurro de una orden en el aire “AHORA”. Solté dos disparos para acabar con uno en lo que alcanzaba la siguiente cobertura, donde recargué el arma. Volví a salir para dejar sin escudo a otros dos, que rematé con el fusil cinético. El último recibió el resto del cargador en su escudo. Me agaché tras un acopio de material del asentamiento a recargar las armas, y cuando salí lo hice pistola en mano, disparando mientras me movía, 2 disparos para finiquitar su escudo y vuelta al fusil

- Dispara a ráfagas, eso mejora tu precisión. Si dejas el gatillo apretado pierdes estabilidad, sobre todo con esa chatarra sin ingeniería.

Su voz no sonaba a reproche, si no a consejo. No pude reconocer su voz pero dijo que se llamaba Ice Snake. Silencioso y frío hasta en los momentos más jodidos. Le hice caso y salí victorioso. Tras conquistar la zona de aviso de aliados, corrimos a por una recarga de traje y munición.

- ¡Agachate!

Me gritó mientras recargaba mi traje. Un cohete me pasó silbando sobre la cocorota, explotando no muy lejos. Por suerte sólo afectó a mi escudo. Nuevamente usé la tormentor para dejarlo sin escudo, traté de acabarlo con lo que quedaba de cargador, pero tuve que echar mano del rifle.

- Vamos. Al norte hay aliados, allí nos podremos defender y hasta ganar la batalla.

- No lo habría dicho mejor. Vas aprendiendo Nibe. Vé por ese túnel entre edificios, sólo hay dos enemigos, pero podrás con ellos.

- Querrás decir podremos.

No lo miré, sólo avancé escopeta en mano. Lo oía a mi espalda dándome instrucciones hasta que llegué al pelotón aliado.

Una vez acabada la batalla lo busqué pero no lo encontré. Supuse que habría salido de los primeros, así que en la estación pregunté en el punto de reclutamiento. No sabían nada de él. No había registros de él en esa u otra batalla. La resignación me llevó a la barra del bar. Nada más sentarme el bartender me sirvió una copa de vodka con zumo de naranja. Miré a ambos lados de la barra hasta encontrarme con un veterano. Su rostro se notaba curtido y su mirada cansada y perdida era la de un hombre que había visto demasiado para una vida.

- ¿Lo buscas muchacho?

- …

No supe que decir, me quedé mirando la copa sudando entre mis dedos. Pesadamente, aquel soldado se sentó a mi lado, ordenado lo mismo.

- No te preocupes, se lo que piensas. Ice era un viejo amigo. Cayó esta mañana en combate, pero antes de irse me dijo que ayudaría a un jovencito perdido. Me llamo Frank.

- Nibe. Y tengo poco de jovencito – repliqué entre orgulloso e intrigado –

- Esto no es cuestión de edad muchacho. A la primera invito yo.

No se porqué, pero aquel soldado me recordó a mi si hubiera seguido otra vida. Estuvimos toda la noche rememorando batallitas, él a pie, yo en mi nave. Cuando nos echaron del bar visitamos la placa de Ice. Al despertarme resacoso volví a visitar la placa del soldado que me ayudó en aquella batalla, pero al no tener la vista tan nublada pude identificar la de al lado, donde se rendía homenaje a su compañero que llevó a su camarada moribundo hasta la nave de rescate antes de caer.
Frank.
 
Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 08 Mes: Mayo Año: 3306

Un mal día. Tengo más de los que me gustaría últimamente, pero este acabó con mis huesos en un suelo arenoso de un sistema impronunciable mientras los agerridos guardias de la alianza defendían el asentamiento en el que pretendía "robar" unos datos.
En apenas unos segundos me vi rodeado, traté de escapar pero los fallos musculares y de decisiones dieron a parar a un callejón sin salida, viendo cómo quemaban mi escudo mientras recargaba mi jet pack defendiéndome con mi tormentor y aumentando no sólo mi notoriedad, si no mi odio entre los defensores.
Cuando mi blindaje no aguantó más en apenas dos disparos acabé retorciéndome de dolor en el suelo. Recuerdo vagamente como hubo una discusión entre los que querían acabar conmigo y los que querían entregarme a una colonia penal. La discusión cada vez era más encarnizada hasta que sólo quedó uno con ganas de matarme al costo que fuera. Saqué fuerzas de flaqueza para dirigirme a tan gran defensor de la justicia con el dedo ensangrentado y escupiendo sangre dentro de mi casco, quise articular las palabras con toda la solemnidad que pude:

  • Aahhgg cof si quieres ggrrr matarme, sólo te pido que le digas aaggg al amor de mi vida que la amo y que ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Que por favor me perdone, es la mejor persona que he conocido y el mejor culo que he podido... bueno ya sabes. Pero la amo.
  • ¿Cómo se llama? - me contestó rebajando su tono de odio - ¿cómo contactamos con ella?
  • ¿Cómo? - respondí con un tono incrédulo pero burlón - Coofff ¿No conoces a tu madre?

Lo último que recuerdo es cómo lo sujetaban entre cinco mientras otro me arrastró lejos de allí para salvar mi vida de la ira de aquel soldado.
 
Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 08 Mes: Junio Año: 3306

Mahnattan es una Vulture, pizpireta y juguetona.
De láser raudo e íntimo cañón
danza ruda tras de ti, parece que se contorsiona.
Escupe hasta marcarte su blasón
y vuelve a la estación, a cobrar su salario zumbona.
Si la ves llegar es porque exige tu retribución,
ya sea vistiendo los colores del óxido, cián o bermellona.
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Cuaderno de bitácora, comandante Niberobey.

Día: 30 Mes: Julio Año: 3306


Parece ser que existe una regla no escrita que dice que cuando un aliado solicita ayuda no te puedes negar a menos que sea por razón de causa mayor.

Por eso cuando por el canal aliado hablaban de que les iba a costar ganar esa guerra no dudé en tomar mi nave y viajar hasta allí. Era eso o hacer transporte de mercancías para superar la quiebra y la acción me llama. Ya haré donaciones con lo que gane de bonos de combate.

Tras reunirme con algunos aliados y limpiar unas cuantas zonas recibí un mensaje por canal seguro:


- ¿Qué haces comandante?

- Pelear en tu guerra camarada. Pelear en tu guerra. Vi que necesitabas ayuda y aquí me tienes.

- ¿Cómo te defiendes en tierra arma en mano?

- Me defiendo mejor aquí arriba con la corbeta. ¿Por qué lo preguntas?

- Verás, ya tenemos suficientes efectivos. No como ganar holgadamente, pero si par aganar, y te necesito para otros menesteres en los que no puedo manchar a mis niños. Creo que sabes por donde voy.

- Demasiado bien. ¿A quién hay que dar caza?

- A todos los que estén en los asentamientos dominados por CENSURADO. Los de la guerra. No quiero que sigan subiendo y si les cortamos por abajo, les forzaremos a otra guerra con las facciones de menor influencia conforme vayan perdiendo poder.

- Cuenta con tu alimaña para mancharse las manos.


Más de 3 millones de recompensa después y de ser enemigo de otra facción más después sólo puedo beber hasta quedarme dormido para que el remordimiento no me de pesadillas. Es más barato que el loquero.
 
Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.
Día: 11 Mes: Junio Año: 3309

Desde el principio sólo he tenido una cosa en mente, sobrevivir. Bueno, decir que lo tenía en mente sería asumir que pienso, cuando en realidad me muevo por impulsos, por instinto. Al menos cuando estoy tratando de sobrevivir. Soy un rebelde sin causa en busca de un lugar en el que hacerme un nombre, un corazón indomable en busca de un rincón donde esconderse y emborracharse de melancolía. Mi vida es mi manifiesto, no necesito más. Sólo una nave sólida, un arma fiable y una botella medio llena. Soy de gustos sencillos, hay que saber disfrutar del arte en cada pequeña expresión: una filigrana, una explosión, un campo de batalla humeante, el caos de la batalla como pieza de arte. Y por ahí, en un rincón, yo tratando de sobrevivir.

Ahora estoy lejos, muy lejos, por supuesto no me he ido sólo, pero eso es otra historia. Los thargoides están dando guerra, como ya predije hace un tiempo, y ser escurridizo me ayuda a sobrevivir. Me he embarcado en algunos conflictos contra los bichos, más por arrastrar a cuantos pueda cuando me llegue la hora que para defender a la humanidad. La humanidad, ¡JÁ! Me río yo de la humanidad y de sus disputas pueriles sobre política y conflictos empresariales. Como dijo un sabio: Mentir para poder vivir es agonizar aún estando vivo. La humanidad, la humanidad se acabó cuando el primer cavernícola mató a uno de sus congéneres para algo que no fuera comérselo.

Algunos me tachan de cobarde sin destino, y puede que sea cierto. Mato, robo, saqueo, huyo y ataco cuando sé que tengo ventaja o al menos cuando no estoy en desventaja. He acumulado recompensas que he acabado pagando al calmarse las aguas más por comodidad que por remordimientos. He sido buscando en decenas de sistemas. Me han maldecido en mil lenguas humanas y alguna alienígena también, estoy seguro. Vivo una vida noble, practico lo que predico, al son de mi propia música, a día de hoy sólo puedo decir dos cosas:

1- cuando muera sólo pediré que alguien escupa sobre mi tumba

2- que cuentes mi historia porque así nunca moriré

Dí mi nombre, y nunca moriré. Que se detenga mi segunda muerte cada vez que se cuente mi vida, di mi nombre y cuenta mi historia, no importa que sea como héroe o como villano, aunque prefiero lo segundo. Un héroe dejará morir un ser querido para salvar la galaxia, a la humanidad. Yo arrasaría mil mundos por una hora más con mi ser amado.

Sé que nunca ganaré. Sé que nunca perderé. Siento la muerte a mis pies, me persigue, pero no estaré sólo. Siento esa ansiedad, pero ya abracé mi locura, esa que os persigue a todos. La vida pasará, y cuando llegue la oportunidad ¿qué harás? ¿Lo correcto? ¿Lo justo? ¿Lo que se espera de tí? Da igual, al final todo pasará. No todo depende de ti. Escapar, vencer, vivir, no depende sólo de ti.

Por eso soy una alimaña. La vida es combatir sin motivo ni temor, terco y rudo debo ser sin humillarme al dolor. Después de todo, las estatuas surgen a base de martillo y cincel, y una vez esculpidas son eternas, o casi.

Siempre he sido una hoja al viento, pero hoy mi rabia es un vendaval, mi camino es mi maldición y mis pisadas un huracán. Hoy, hoy es el primer día del resto de mi vida. Y cuando caiga humillado y derrotado me quedaré aprisionado en la torre de mi orgullo y moriré aplastado entre sus escombros. Mas aún así no moriré del todo.

Di mi nombre, y nunca moriré.
Se mi voz eterna cada vez que me nombres o maldigas y nunca moriré.
 
Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.
Día: 11 Mes: Junio Año: 3309

Desde el principio sólo he tenido una cosa en mente, sobrevivir. Bueno, decir que lo tenía en mente sería asumir que pienso, cuando en realidad me muevo por impulsos, por instinto. Al menos cuando estoy tratando de sobrevivir. Soy un rebelde sin causa en busca de un lugar en el que hacerme un nombre, un corazón indomable en busca de un rincón donde esconderse y emborracharse de melancolía. Mi vida es mi manifiesto, no necesito más. Sólo una nave sólida, un arma fiable y una botella medio llena. Soy de gustos sencillos, hay que saber disfrutar del arte en cada pequeña expresión: una filigrana, una explosión, un campo de batalla humeante, el caos de la batalla como pieza de arte. Y por ahí, en un rincón, yo tratando de sobrevivir.

Ahora estoy lejos, muy lejos, por supuesto no me he ido sólo, pero eso es otra historia. Los thargoides están dando guerra, como ya predije hace un tiempo, y ser escurridizo me ayuda a sobrevivir. Me he embarcado en algunos conflictos contra los bichos, más por arrastrar a cuantos pueda cuando me llegue la hora que para defender a la humanidad. La humanidad, ¡JÁ! Me río yo de la humanidad y de sus disputas pueriles sobre política y conflictos empresariales. Como dijo un sabio: Mentir para poder vivir es agonizar aún estando vivo. La humanidad, la humanidad se acabó cuando el primer cavernícola mató a uno de sus congéneres para algo que no fuera comérselo.

Algunos me tachan de cobarde sin destino, y puede que sea cierto. Mato, robo, saqueo, huyo y ataco cuando sé que tengo ventaja o al menos cuando no estoy en desventaja. He acumulado recompensas que he acabado pagando al calmarse las aguas más por comodidad que por remordimientos. He sido buscando en decenas de sistemas. Me han maldecido en mil lenguas humanas y alguna alienígena también, estoy seguro. Vivo una vida noble, practico lo que predico, al son de mi propia música, a día de hoy sólo puedo decir dos cosas:

1- cuando muera sólo pediré que alguien escupa sobre mi tumba

2- que cuentes mi historia porque así nunca moriré

Dí mi nombre, y nunca moriré. Que se detenga mi segunda muerte cada vez que se cuente mi vida, di mi nombre y cuenta mi historia, no importa que sea como héroe o como villano, aunque prefiero lo segundo. Un héroe dejará morir un ser querido para salvar la galaxia, a la humanidad. Yo arrasaría mil mundos por una hora más con mi ser amado.

Sé que nunca ganaré. Sé que nunca perderé. Siento la muerte a mis pies, me persigue, pero no estaré sólo. Siento esa ansiedad, pero ya abracé mi locura, esa que os persigue a todos. La vida pasará, y cuando llegue la oportunidad ¿qué harás? ¿Lo correcto? ¿Lo justo? ¿Lo que se espera de tí? Da igual, al final todo pasará. No todo depende de ti. Escapar, vencer, vivir, no depende sólo de ti.

Por eso soy una alimaña. La vida es combatir sin motivo ni temor, terco y rudo debo ser sin humillarme al dolor. Después de todo, las estatuas surgen a base de martillo y cincel, y una vez esculpidas son eternas, o casi.

Siempre he sido una hoja al viento, pero hoy mi rabia es un vendaval, mi camino es mi maldición y mis pisadas un huracán. Hoy, hoy es el primer día del resto de mi vida. Y cuando caiga humillado y derrotado me quedaré aprisionado en la torre de mi orgullo y moriré aplastado entre sus escombros. Mas aún así no moriré del todo.

Di mi nombre, y nunca moriré.
Se mi voz eterna cada vez que me nombres o maldigas y nunca moriré.
asi es comandante, por desgracia el viejo rick tambien perdio a Angela y a Koki y a pesar de que todos los dias salva vidas y ayuda a otros siempre tendra enemigos, federales imperiales, targoides piratas, pero asi es la vida de los aventureros, de los espias de los pilotos veteranos, y cuando mueran cuando mueran sus historias y sus asañas sorprenderan a la nueva generacion de cadetes espaciales
 
Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.
Día: 07. Mes: Enero. Año: 3310.

Los cambios nunca llegan solos. Cambio de flota, cambio de facción, hasta cambio de sistema de gobierno. Los cambios no son buenos ni malos, son cambios. Y como afrontas esos cambios es lo que te define en mayor o menor medida. Todos somos lo mejor de lo mejor en condiciones ideales, pero cuando fallan módulos, te quedan 5 minutos de oxigeno y te persiguen tres naves de la autoridad local la cosa cambia.

No hace mucho de otro cambio y recuerdo esas palabras que dejé escritas hace tiempo: "Hoy es el primer día del resto de tu vida".
 
Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.


Día: 1. Mes: Enero. Año: 3310



La cama el apartamento era sorprendentemente cómoda, el esfuerzo por levantarme a pelear otro día más era cada vez más hercúleo. Aunque no es la cómoda cama lo que me ata en tierra.

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Sentada en la pequeña sala de estar estaba ella, su pelo sedoso y enmarañado, esa ajada tableta electrónica donde no paraba de trabajar y ver números. Su rostro dulce de ojos profundos y compasivos como los de una loba cuidando de sus cachorros, e inyectados en furia cuando cazaba. Su cara, con esa pequeña cicatriz de quemadura química sobre el ojo derecho, que coincidía con las mismas quemaduras en el brazo izquierdo desde el codo al hombro, formando una perfecta salpicadura de ácido biológico. La piel estaba ya rosada y curada, apenas quedaba dolor físico en ella. La miro y tengo miedo, muchísimo miedo. De no acabar con todos, no podré. Miedo de acabar hecho un cadáver irreconocible, o de que vengan a acabar el trabajo. La miro y la beso antes de salir. No quiero hacer del mundo un lugar mejor. El mundo es una meirda, el universo es una .


Quiero soltar rabia.

Quiero enmascarar mi miedo.

Quiero vivir tranquilo. Quiero la adrenalina de vivir... ¿Cómo se dice? Living in the edge.

Los mineros son duros, los que dirigen a los mineros lo son más. Un cordero no puede guiar leones y ella es una loba. Que sí, los leones son mas fuertes, pero los lobos no participan en actuaciones de circo.

Mientras me sirvo algo de café, ella ya recoge sus bártulos y se prepara para salir, se me acerca por la espalda con la chaqueta atada a la cintura, su mochila al hombro derecho y su brazo izquierdo al aire, luciendo orgullosa sus cicatrices con una camiseta de tirantas. No se esconde, ya no. Le grita al mundo con la mirada altiva “MÍRAME, ¡ESTOY VIVA!”. No puedo evitar acariciar sus viejas heridas cuando la beso y el corazón me da un vuelco. Tiene gracia, yo sólo tengo una cicatriz y fue por culpa de mi padre.

  • Be nice honey. I´ll be here, waiting.
  • Mmmmm, me encanta ese acento tuyo. Ese toque entre british y oxford muy del twentieth century – me burlo exagerando el acento -.
  • Tonto eres. No te preocupes, estaré bien. Los bichos están lejos y a estos – dice señalando la mochila – los tengo ya domados. Tu no hagas locuras y aléjate de esas cosas.
  • Bueno, a ver, matarlos da gustirrín y mucha pasta.
  • Ya.

Sonrie molesta. Abre las compuertas y sale decidida como si estuviera buscando pelea. Las oficinas donde trabaja ahora analizando datos mineros parecen un lugar seguro. Simpre lo fueron, pero a veces hay que salir a campo a ver los anillos de asteroides por uno mismo. Al menos el trabajo mantiene su mente ocupada.

  • Tu centrate en la escoria humana. Sobre todo por aquí, que no te conocen.
  • No – le respondí con una amplia sonrisa –, not yet.
 
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Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.
Día: 13. Mes: Enero. Año: 3310


Sigo sin ver claro este viaje. Llevo ya unos días haciendo vida dentro de mi vulture, usando el asiento de copiloto como camastro improvisado. No dejan de insistirme en usar uno de los camarotes del carrier, pero me rehúso. Voy lejos, a Colonia. La primera vez que voy a visitar colonia. La primera vez que me alejo tanto de la burbuja. La primera vez que no quiero hacerlo. Aquí tumbado llevo días, sentado, viendo las paredes del hangar, sin mas alimento que unas barritas de proteinas y un trago de whisky de malta ahumado de cuando en cuando.

Pero ella me insistió, casi me obligó a hacerlo. Me vendría bien, me despejará la cabeza y me ayudará a sobreponerme a mis miedos. Se que también la ayudará a ella a sobreponer los suyos.
Te quiero, pero no te necesito. Ese siempre fué nuestro lema, y este viaje nos sirve de prueba a los dos.

Mis hermanos de flota no paran de mandarme imágenes de lo diferente que es la galaxia tan lejos de casa. Y ya me ha echado la bronca mi costillita por pasarme el dia mirando una pared. A veces se me olvida que mi ojo cibernético está conectado con sus dispositivos. Ve y oye todo lo que digo y hago.

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Me levanto pesadamente, como si no hubiera cambiado de postura en unos días, que es básicamente lo que he hecho. Busco un camarote vacío con la cabeza aún aletargada por la desidia y el efecto del licor. Mi pequeña maleta de mano me acompaña.

Entro dentro de la habitación y me dirijo sin pensarlo a la ducha, necesito una urgentemente. Abro la compuerta y entre el vapor de agua se vislumbra la silueta de una mujer, acompañado de un agudo grito. Me giro instintivamente y pido disculpas, entonces la situación se complica:

  • ¡Pervertido! ¡este camarote está ocupado! - su voz sonaba familair y cercana -
  • ¿Ayesha?
  • ¿Comandante?
  • Joder, no recordaba que te tenía en nómina como piloto de caza. ¿qué haces aquí?
  • Ducharme – el reproche suena duro como el casco de una chieftain blindada para la guerra, su voz sonaba entrecortada y avergonzada -
  • No, me refiero en este viaje

Suenan pisadas mojadas y telas en movimiento. Intuyo que está usando una toalla para cubrirse.

  • Pues CENSURADO, tu esposa, me pidió que te tuviera vigilado de cerca, aunque estás más cerca de lo que me gustaría.
  • Ya bueno, eso. Ya te he pedido perdón, ando algo desorientado.
  • Ya... - me agarra del brazo y me acompaña fuera – mira, en el lateral pone el usuario del camarote. Este de al lado está vacío.
  • Oh. Gracias aguerrida piloto.

No responde, solo señala con las manos haciendo el aspaviento de invitarme a entrar. Se intuye su silueta de mujer en esa toalla de baño, ceñida a su figura esbelta y joven. Ya empieza a humear el agua que se está evaporando de su cuerpo húmedo. Su ceño está fruncido y el gesto es serio, ya queda poco de esa niña insegura que apenas creía que iba a volar dentro de una corbeta federal. Tantas batallas a mi lado la han curtido. Sigue teniendo miedo, como todos, pero ya no suena como un grito, si no como una sugerencia que la ayuda a mantener el sentido común y no dejarse llevar por la arrogancia de creerse invencible.

  • Si vuelves a entrar sin permiso – sentencia cruda– te cortaré un huevo y me lo colgaré del cuello.
Miro de nuevo al puerta de su camarote y veo la cerradura electrónica forzada por un cortador de plasma y sobrecargada por la herramienta energética. Creo que lo hice de forma automática. Son movimientos que tengo tan asumidos ya, que cuando mi estado de consciencia no es demasiado bueno mi cuerpo se mueve sólo y actúa. Eso me ha salvado el culo un par de veces pero ahora casi me cuesta un testículo.

  • Dos cosas piloto: cuando amenaces - levanté un dedo haciendo la cuenta -, busca tu reflejo en el ojo del otro. En casos como el mío hazlo en el ojo bueno. Segundo - levanté un segundo dedo esbozando una sonrisa pícarona- tienes un cuerpo espectacu...

La bofetada sonó tan fuerte que sonó hasta en el puente de mando, según supe más tarde. La furia la hacía tener la cara desencajada, como si la hubiera mutado y ahora su rostro fuera demoníaco. La adrenalina estaba tan alta que apenas notaba el cañón de mi tormentor presionando su abdomen. Pasamos así unos segundos, hasta que bajó la mirada para mirar el diseño baroque verde de mi pistola, cuando alzó la vista mi rostro era el de siempre, relajado, afable y un poco melancólico. Guardé el arma con calma y empecé a alejarme de ella, entrando de espaldas en el camarote.

  • Mereces cada crédito que te estoy pagando piloto. Te veo en media hora en el bar. A la primera invitas tú, al resto yo.
  • No voy a volar bebida.
  • No me has entendido. Me vas a invitar a desayunar
  • Almorzar - corrigió aún furiosa -.
  • Lo que sea. Luego voy a salir, no tengo hangar de cazas aquí, aún. Pero los gastos corren de mi cuenta para que comas, bebas o lo que te apetezca. Y al volver nos ponemos al día.

Tomé su resoplido como una respuesta afirmativa, y aproveché que se dió la vuelta para mirar de reojo su trasero firme insinuado en la toalla.

Delante del espejo pude ver el rostro de un hombre cansado, recordé los principios de Ayesha, y las palabras que le dije un día al verla llorar desconsolada por tonterías del pasado:
“Cuando te sientas así, cuando escuches sus voces reírse y burlarse, haz lo que yo hago. Imagínate mirándoles y diciéndoles: volveré cuando menos lo esperéis. Y el infierno vendrá conmigo”.
Recién duchado y afeitado volví a mirarme en el espejo. Dejé atrás el lavabo lleno de pelos, dejé la roña y suciedad de mi alma en esa ducha y salí de la habitación ataviado con mi nuevo traje maverick. Me hacía parecer un fantasma esquelético, chillón y luminoso, el sigilo nunca fué lo mio, si me ven venir, que tiemblen al hacerlo.
Todo está en paz con mi alma, a veces me vengo abajo, pero cuando veo el camino recorrido y valoro todo lo ganado superando lo perdido me levanto de la lona.

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A los mandos de mi vulture ejercito un poco las manos y el cuello, repitiendo esas palabras con el acento british y oxford del que tanto me burlo pero que amo.

I'll be back when you least expect it. And Hell´s Comin´With Me
 
Cuaderno de bitácora, Comandante Niberobey.
Día: 14. Mes: Enero. Año: 3310


Nunca me ha aburrido la minería. Es repetitiva, tediosa, monótona, pero no aburrida. Entre asteroide y asteroide, buscando esa beta madre, o perforando con subsuperficie tratando de tener el resultado más óptimo. O haciendo detonar el asteroide en mil malditos pedazos delante de tus narices. Una fria y dura roca reventando ante tus ojos, quebrándose, primero con un grito ahogado, luego se resquebraja lentamente hasta que termina por explotar violentamente sin poder hacer nada. Es como ver a un hombre rudo y curtido echarse a llorar desconsolado; has quebrado algo que no se volverá a recomponer.

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  • Coño Nibe, saliste del carrier. ¿qué haces?
  • Pues minar tritio. Qué menos que pagar el combustible a pachas.
  • Pues dame posición que te acompaño.

Jorge siempre ha sido bastante apañado. Un compañero de flota más que capaz, que siempre está ahí para echar una mano. Entre nosotros bromeamos con que su genoma tiene algo de virus micoide, porque destroza Thargoides como una guadaña sega la hierba. No solo eso, si no que domina el equipamiento y builds para combatirlos y no duda en ponerlos aprueba él mismo. El 90% de los thargoides que he cazado ha sido con él o gracias a sus consejos. Formamos buen equipo y recogimos bastante tritio. Hasta que nos atacó un pirata... Bueno, acostumbrado a los bichos se puso a los mandos de un caza de su hangar y despacho aquella pobre eagle antes de que su motor de distorsión se hubiera enfriado. A veces pienso que nací muy tarde, que no es mi tiempo. Luego miro alrededor y me doy cuenta de que, no ha sido tarde, ha sido justo. La frontera de la humanidad siendo conquistada, una raza extraña atacando y la codicia humana jodiendo a los que tratan de explorar recursos y parajes o a los que explotan esos recursos.


  • Oye Nibe, que te parece si cazamos unos cuantos piratas en este anillo. Así les quitaremos las ganas de tocar las pelotas.
  • Joder que bien me conoces. Vamos por las naves.
  • ¿qué nave de combate ha traido al viaje?
  • No me creo que me estés preguntando eso. De verdad, me siento dolido - contesté burlón -
  • Bueno pues mientras tu sacas tu pequeñita vulture yo iré con mi enorme y poderosa mamba.
  • Si, me parece bien. Total, yo no trato de compensar nada
  • Me parece muy bien, no te queda otra que asumirlo y vivir con ello

Entrecerré los ojos algo frustrado por la respuesta sin encontrar una respuesta a eso de camino al carrier. Ya dentro del anillo los piratas caían como moscas. Estar tan lejos de la burbuja, y cruzarse con exploradores y comerciantes les había ablandado o les había dado la impresión de ser mejores de lo que eran. Era eso o que éramos dos bestias arrasando con todo lo que se nos ponía a tiro. Pero el plasma y las armas cinéticas tienen una pega, que la munición se acaba, tocaba ir a recargar sólo cuando ya estábamnos calentando.

  • Jorge, he visto que tienes hangar de cazas.
  • Si claro, ¿quieres que me saque una anaconda, que es todavia más grande y te montas en un caza?
  • Si, así podré estar dentro de ti...
  • Vale esto se pone raro ya, tu sólo pilota el caza
  • Jajajajaja, si tranquilo.
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Más de lo mismo, pero más divertido. Yo hacía de cebo, buscaba objetivo, o me lo marcaba mi compañero de flota, iba, lo atacaba para atraer su atención y lo ponía al alcance de sus plasmas guardian. Era muy divertido, ya casi había olvidado lo que era pilotar un caza, pequeño, ágil y rápido entre las rocas atacando objetivos como una avispa furiosa.
Cuando nos cansamos, y dejaron de aparecer objetivos, las cosas como, son volvimos al carrier. Mi compañero se fué a hacer gestiones del mismo, yo volví a salir, esta vez con mi querida python, a buscar prados verdes, minerales raros y cualquier cosa que pudiera rapiñear. O nada, simplemente nada. No tenía un objetivo claro y definido, y eso no me importaba. Solos yo, mi nave y el universo a mis pies, a veces sobre mi. Libre. Vivo. Completo. Así me sentí por primera vez en mucho tiempo. Un paisaje hermoso, una botella de whisky y un viejo forajido cabalgando al atardecer. Si no fuera porque estamos en el siglo 34, mi historia bien podría haber sido la de un forajido del siglo 19.

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Día: 19. Mes: Febrero. Año: 3310


“Hay unas montañas gargantuescas y nevadas. Hay una coordillera de 4 enormes montañas en el centro”


El miedo me paraliza, no me deja moverme, ni puedo dejar de mirar. El espectáculo es horrible y me desgarra las tripas. Una lágrima cae por la mejilla, el pecho me oprime, no me llega el aire pero no me ahogo, no todavía. No puedo, la vida se me escapa

  • ¿Porqué? - Alcanzo a preguntar tímido -

“Entre las montañas puede verse un valle, verde y brumoso, parece místico”

  • No puedo... por favor, no puedo. No puedo más

Las lagrimas caen al suelo directamente, estoy arrodillado, mirando al suelo, temblando y sin fuerzas ni para morirme. Me falta el aire, las imagenes cruzan mi mente una y otra vez, y otra, y otra. Me tortura no saber que sentía, no haber estado ahí, no haber sido yo. No puedo

“Hay una colina en lo más profundo del valle”

En mis manos tengo mi escopeta de cañones recortados, casi no la reconozco. Es pesada, algo oxidada y de mecanismo tosco, pero fiable. Me acerco los cañones a la boca, me tiemblan los labios y me castañetean los dientes. No me asusta morir, me asusta morir así, solo y angustiado. Se me cruzan en la cabeza todas las burlas que me hicieron, todos los golpes, cada vez que me decían que no era bienvenido. No de mi vida de comandante, de antes, de cuando era inocente y creía en la humanidad. Los ángeles no caen, a los ángeles les empujan.

“Hay un pueblo en la base de la colina”


Oigo un susurro leve, suave y reconfortante. “Ya está” dice. Suena siseante pero es agradable. “Ya está”. La presión del pecho se alivia, sigo encorvado y arrodillado, me meto el cañón en la boca respirando profundamente.


“Hay un Bar de mala muerte, hay un adolescente que se arrastra afuera, le sangra la cara por un ojo que acaba de perder al sacarse un vaso de la cuenca”


Respiro hondo una vez más, saco el cañón para sacar el aire, pero lo rozo con los labios. Una vez más.

  • Ya está.

El estruendo es sonoro, parece que destroza el propio espacio tiempo a su paso, y después vacío. No hay sobresalto. “Ya está” oigo una vez más. Veo caer a mi padre de espaldas por el estruendo, uno de los cañones está humeante y caliente. Es de madrugada, un callejón oscuro, un arma irrastreable, un joven furioso con el mundo y una vida difícil. Los peores demonios antes fueron ángeles, le dije antes de disparar con la voz llena de rabia. Queda otro cartucho, me acerco el cañón, abro la boca y acaricio el gatillo una vez más.


Despierto solo, sentado en el suelo de mi camarote en posición de loto, tengo el rostro mojado y estoy cubierto por una manta. Ayesha me mira sentada un poco alejada. Me dice que no respondía a las llamadas así que CENSURADO la ha llamado para ver si estaba bien. La oigo borrosa, sigo aturdido, pero liberado. Se me acerca y me acaricia la cabeza. Pregunta si estoy bien, si quiero contárselo, si necesito algo.

  • Necesito volver a casa, una botella y tres vasos.

Sale como movida por un resorte a por mi petición. No necesita preguntarme de que quiero la botella.

“Ya está” leo en mi ojo cibernético. Me parece oir su voz, suave y siseante, calmando todas esas pesadillas. “Ya está” me decía acariciando mi cabeza y abrazándome fuerte mientras se me escapaba el alma.

“Una chica se me acerca, está llena de moratones pero muestra su mejor sonrisa mientras me tiende su mano para ayudarme”
 
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